martes, 15 de agosto de 2017

Nicolás es un afortunado por sus ganas de vivir

Nicolás Stupenengo se describiría a si mismo de miles de maneras, entre ellas se podrían destacar: deportista, actor, director y muchas más pero prefiere denominarse como un afortunado. Se levanta todos los días a las ocho de la mañana y, después de tomar su obligatorio desayuno, va a la oficina a trabajar y de ahí a entrenar, siempre acompañado de Sofía, su perra de asistencia.
Hace más de diez años tras lanzarse desde dos metros al agua de Puerto Pirámides sufrió una lesión medular grave con la cual perdió casi toda la movilidad de su cuerpo, pero no se arrepiente de haber realizado el salto.
Lo primero que sintió fue el clásico crack y las palabras que se acuerda fueron dirigidas a un amigo: la cagué, pensó. Pero después de adaptarse a algo que no quería comprende que no hay mal que por bien no venga: 
“Fue algo que nunca busqué pero me llegó y, una vez que pasó, me hice más fuerte aún”.
Por su lesión, debe vivir acompañado de Sofia su perra de asistencia, la cual todo parece indicar que nació para estar a su lado: “No era Sofía la perra asignada para mi, pero cuando realizamos el encuentro -junto con otras personas- ella se acercó a mí y comprendí que debía ser ella la que me ayude en mi vida cotidiana”.
Gracias a la ley 26.858 -la cual contempla el acompañamiento de un perro de asistencia para una persona con discapacidad- Nicolás puede ir a supermercados, farmacias, bancos e incluso viajar en avión junto a su mascota, pero no en todos los lugares las personas están capacitadas para conocer esta ley. La semana pasada le tocó sufrir -junto a Bárbara su pareja- el maltrato en dos locales de la Capital: COTO y NININA.
“En el momento sentí bronca e impotencia, pero me alejé del lugar aunque sabía que no era lo correcto. Después lo pensé bien y volví a ingresar manifestando que no me iría hasta que llegue la policía”. Así recuerda Nico su desafortunada situación en el Hipermercado Coto, al cual acudía hace cinco años.
Esta mala anécdota puede traer muchos beneficios de cara al futuro, según el protagonista menciona: “Ahora me voy a reunir con el presidente de Coto para poder capacitar a todos los gerentes de Capital Federal con el trato a las personas con discapacidad y, en el futuro, la gente no sufrirá lo que yo sufrí”.
Es por eso que Nicolás dedica su vida cotidiana a luchar contra la ignorancia en estos temas y da congresos, charlas y capacitaciones a diferentes sectores de la sociedad: desde niños, hasta agentes de tránsito o profesores.



Tiene muchos proyectos en mente, pero uno quiere concretarlo hace tiempo y, por ese motivo, está en constantes charlas con el INCAA para poder financiar su primer largometraje llamado “El Paso”. Esta iniciativa comenzó en idéame, donde consiguió más de 75 mil pesos para poder narrar historias que él vivía los viernes por la noche en una vieja Estación de Servicio.
“Elegí mostrar la vida en la estación de servicio porque ocurre muchas cosas: abrazos, llantos, peleas, gente que se encuentra, otros que se van a drogar al baño... la vida cotidiana pasa por ahí”
 Además de todo esto Nicolás cumplió un sueño que creyó nunca poder concretar. Hasta los veinte años jugó al rugby con sus compañeros pero dejó para dedicarse a la actuación, pero gracias al accidente volvió a practicar este deporte pero en silla de ruedas. “No podía soñarlo cuando caminaba y lo cumplí estando como estoy, participé de unos Juegos Panámericanos representando a Argentina, eso para mi es el cielo”
Parece difícil de explicar como se puede realizar tantas cosas y con tanta voluntad habiendo sufrido lo que Nicolás sufrió. Pero él conoce la razón mejor que nadie.

“Tuve y tengo ganas”

¿De que?

“De vivir”

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