sábado, 26 de agosto de 2017

Red Bull Argentina 2017: un cambio.

Ahí estaban, con sus gorras para atrás y sus golpes de la vida encima. Haciendo una fila interminable para ver un show de improvisación donde según el slogan de la gente, lo que más pide es “sangre”. Un evento que conectó a más de ocho mil personas de distintos destinos del país y que –en su gran mayoría- los representantes era gente joven, con ganas de cambiar las cosas.
Me fui sorprendido, si. No recuerdo en mis años vividos un lugar donde te pidan mirar al de al lado, agradecerle y, sobre todo, defenderlo y cuidarlo como si fueras vos mismo. No consigo memorizar un espacio – que no sea una cancha de futbol- donde se cante el himno de Argentina con tanta pasión y sentimiento. Ahí estaban ellos, con sus gorras para atrás, respetando en silencio cada frase que soltó Skone (campeón Intenacional de Red Bull 2016) sobre el trágico atentado ocurrido en Barcelona
Vi a madres llorando al ver la felicidad de su hijo por estar en el mítico Luna Park. Vi padres, cuñados, tíos subiendo en alzas a jóvenes de ocho años (o menos) para que puedan ver la batalla. Vi grupos de niños emocionados y atónitos por estar ahí  adentro y que no perdían un segundo en compartir los resultados de las batallas con sus mejores amigos por celular. Vi una familia entera unida, gritando juntos una respuesta o saltando con un flow del viejo y querido Tata.
El campeón de la fecha, Wos, sin importarle tanto el campeonato obtenido no habló de su futuro en la  Internacional de México sino que aprovechó para agradecer todo su pasado, sin por el cual no pudiera estar ahí. Agradeció primero a sus amigos, luego a su familia y después volvió a sus amigos… pero no pudo evitar callarse y pidió por una realidad de país pero sin hacer pólitica partidaria: “Hay gente que se esta quedando sin laburo, hay gente desaparecida en democracia, ayudemos, ayudémonos.
No hubo un solo incidente, tampoco agresiones físicas en el escenario. En el final, cuando parecía todo terminar todos los competidores se unieron en un abrazo a Wos y le desearon mucha suerte en su próxima parada, la cual no será nada fácil.
Y como dijo el reconocido Misionero, me puse a pensar.

¿Qué pasaría si todos actuaríamos así en nuestra vida cotidiana?

¿Qué sucedería si el respeto que irradia la cultura hip-hop invadiera toda la República?
¿Qué puede ser más importante que mirar a los ojos a alguien? ¿Qué te puede llenar más el alma que ayudar a alguien que no conoces?

Las cosas materiales van muchas veces y vuelven pocas, pero hay cosas que deben durar para siempre. Una de ellas es el respeto, la otra crecer como persona dentro de una cultura llena de posibilidades, donde se puede ayudar (y mucho) a cambiar esta realidad. 

Como bien dijo Skone en ese infinito silencio del Luna Park: "Al odio no se le gana con odio y solo el amor puede cambiar las cosas"

miércoles, 23 de agosto de 2017

Todos están felices por su Bola

Como bien menciona el reconocido Mark Twain, uno de los mejores pensadores y escritores del mundo: “Viajar es un ejercicio con consecuencias fatales para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de mente”. Fue precisamente un viaje a Latinoamérica de dos amigos lo que impulsó que hoy por hoy exista BOLA
Federico y Matias crearon la ONG llamada Revolución Pelota, con la cual buscaban pelotas usadas, gastadas, viejas y en desuso y la donaban a los lugares más carenciados en Argentina. Gracias al financiamiento de distintas empresas consiguieron realizar un viaje en 2013 por Latinoamérica y repartir más de 80 pelotas en distintos países, tales como Chile, Ecuador, Bolivia y Perú.


Dos años más tarde, estos dos amigos se juntaron con Matías González Debiase y con una idea en mente formaron BOLA. “Creemos que una pelota puede romper con muchas desigualdades sociales y ver la sonrisa de un pibe por jugar al fútbol no tiene precio”.
La idea es realmente fácil de comprender: por cada pelota vendida, otra pelota es donada a los que más lo necesitan del país.Desde su fundación ya llevan vendidas más de ocho mil pelotas en todo el país y por ende también entregado la misma cantidad. 


“Cuando vas al mercado podes elegir cualquier marca, pero con la nuestra además de llevarte tu pelota, le cumplís el sueño a una persona que no tiene plata para poder comprarla”

El balón de fútbol es una herramienta muy poderosa para los jóvenes, dado que de esa manera pasan más tiempo en el potrero que en la calle y en esa “aula sin paredes” se aprende mucho de la vida misma. Como bien explica Matias: “Hay muchos valores que se encuentran en una cancha: todos aprendimos a ganar, a perder, a esforzarnos y a trabajar en equipo gracias a una simple pelota”

Todos sus miembros tienen un compromiso social importante y sin miedo afirman que -desde su pequeño lugar- están colaborando para cambiar la realidad de miles de jóvenes, pero no se quieren llevar ningún premio por esto. “Todas las donaciones son canalizadas por una ONG que esté presente en el barrio o un comedor o una escuela de educación no formal, los héroes son ellos... nosotros solo los ayudamos, pero la donación es de ellos”.
Tienen varios sueños en mente, pero están transitando uno hace tiempo. Este mes desde su web podrán comprar la pelota con un descuento especial por el mes del niño. “Reducirlo solamente en un día iba a ser injusto para aquellos que merecen todos los días del año, desde BOLA ofrecemos un descuento al comprar desde nuestra web oficial”
Según mencionan los tres amigos “es complicado entender las situaciones de las personas que no tienen lo mismo que uno”, pero después de entrar a lugares carenciados más de una vez te das cuenta que todos pueden -y deben- ser felices al menos un rato.

Como bien mencionó un día Carlos Tévez: “Jugando al fútbol soy feliz porque me olvido de todo”.

Esto mismo es lo que sienten las más de ocho mil personas que hoy por hoy le amagan a la realidad persiguiendo un sueño, junto a su pelota BOLA.




martes, 15 de agosto de 2017

Nicolás es un afortunado por sus ganas de vivir

Nicolás Stupenengo se describiría a si mismo de miles de maneras, entre ellas se podrían destacar: deportista, actor, director y muchas más pero prefiere denominarse como un afortunado. Se levanta todos los días a las ocho de la mañana y, después de tomar su obligatorio desayuno, va a la oficina a trabajar y de ahí a entrenar, siempre acompañado de Sofía, su perra de asistencia.
Hace más de diez años tras lanzarse desde dos metros al agua de Puerto Pirámides sufrió una lesión medular grave con la cual perdió casi toda la movilidad de su cuerpo, pero no se arrepiente de haber realizado el salto.
Lo primero que sintió fue el clásico crack y las palabras que se acuerda fueron dirigidas a un amigo: la cagué, pensó. Pero después de adaptarse a algo que no quería comprende que no hay mal que por bien no venga: 
“Fue algo que nunca busqué pero me llegó y, una vez que pasó, me hice más fuerte aún”.
Por su lesión, debe vivir acompañado de Sofia su perra de asistencia, la cual todo parece indicar que nació para estar a su lado: “No era Sofía la perra asignada para mi, pero cuando realizamos el encuentro -junto con otras personas- ella se acercó a mí y comprendí que debía ser ella la que me ayude en mi vida cotidiana”.
Gracias a la ley 26.858 -la cual contempla el acompañamiento de un perro de asistencia para una persona con discapacidad- Nicolás puede ir a supermercados, farmacias, bancos e incluso viajar en avión junto a su mascota, pero no en todos los lugares las personas están capacitadas para conocer esta ley. La semana pasada le tocó sufrir -junto a Bárbara su pareja- el maltrato en dos locales de la Capital: COTO y NININA.
“En el momento sentí bronca e impotencia, pero me alejé del lugar aunque sabía que no era lo correcto. Después lo pensé bien y volví a ingresar manifestando que no me iría hasta que llegue la policía”. Así recuerda Nico su desafortunada situación en el Hipermercado Coto, al cual acudía hace cinco años.
Esta mala anécdota puede traer muchos beneficios de cara al futuro, según el protagonista menciona: “Ahora me voy a reunir con el presidente de Coto para poder capacitar a todos los gerentes de Capital Federal con el trato a las personas con discapacidad y, en el futuro, la gente no sufrirá lo que yo sufrí”.
Es por eso que Nicolás dedica su vida cotidiana a luchar contra la ignorancia en estos temas y da congresos, charlas y capacitaciones a diferentes sectores de la sociedad: desde niños, hasta agentes de tránsito o profesores.



Tiene muchos proyectos en mente, pero uno quiere concretarlo hace tiempo y, por ese motivo, está en constantes charlas con el INCAA para poder financiar su primer largometraje llamado “El Paso”. Esta iniciativa comenzó en idéame, donde consiguió más de 75 mil pesos para poder narrar historias que él vivía los viernes por la noche en una vieja Estación de Servicio.
“Elegí mostrar la vida en la estación de servicio porque ocurre muchas cosas: abrazos, llantos, peleas, gente que se encuentra, otros que se van a drogar al baño... la vida cotidiana pasa por ahí”
 Además de todo esto Nicolás cumplió un sueño que creyó nunca poder concretar. Hasta los veinte años jugó al rugby con sus compañeros pero dejó para dedicarse a la actuación, pero gracias al accidente volvió a practicar este deporte pero en silla de ruedas. “No podía soñarlo cuando caminaba y lo cumplí estando como estoy, participé de unos Juegos Panámericanos representando a Argentina, eso para mi es el cielo”
Parece difícil de explicar como se puede realizar tantas cosas y con tanta voluntad habiendo sufrido lo que Nicolás sufrió. Pero él conoce la razón mejor que nadie.

“Tuve y tengo ganas”

¿De que?

“De vivir”