sábado, 24 de octubre de 2015

Catalina Migali es una persona con suerte

Una mujer que nació con suerte

Pasó por muchos momentos tristes en su vida, pero ella igualmente se considera “una persona feliz” hoy por hoy. Muchas veces se preguntó sola en silencio y sin escuchar respuesta ¿Por qué todo me tiene que pasar a mí? e igualmente se manifiesta creyente y no solo eso, sino que también “Cada día creo más en Dios, porque me ayudó muchísimo”. Para finalizar, hay un lema que ella nunca deja de mencionar: Me considero una persona con suerte
La historia de ella y su frase de cabecera es uno de los recuerdos que jamás se le olvidara a Catalina de 85 años:  Mientras mi mama nos llevaba al hospital (junto a su hermano mellizo Francisco), una señora le dijo: “la nena va a tener serte”, y la verdad que para mí no se equivocó.
Ella es Catalina Migali, hija de padres separados y la menor de cuatro hermanos: Domingo, Bruno, Negra y su hermano mellizo Francisco. Nació en el hospital Ramos Mejía, pero según ella cuenta no tiene recuerdos de su primera infancia y las primeras vivencias que se animan a aparecer en su lucida mente son lejos de allí, son precisamente en el Hogar de Niños “Crescencia Boado de Garrigos”, ubicado en Warnes 2401, pleno barrio de La Paternal.

El principal motivo de lo sucedido fue que mi mamá (María) se trastornó y se enfermo un poco, a mi papa casi no lo conocí. En ese momento mi hermano fue a parar a Mercedes. Las anécdotas e historias, positivas y negativas, no tardan en llegar a la joven mente de esta anciana, quien se recuerda como una chica muy solitaria dentro del Instituto. “¿Si era feliz? Creo que esa era mi felicidad, no conocía otra cosa” son las primeras que la voz de Catalina se anima a pronunciar sobre su infancia junto a otras 600 chicas –todas mujeres- en “la casa de huérfanas que pertenecía a la sociedad de beneficencia de la Capital”.
“No nos trataban mal, en el dormitorio éramos 30 chicas y yo estaba contenta porque le lustraba los zapatos a ellas mientras hacían siesta” pero no solamente había felicidad allí adentro, también pasaban muchas cosas que no deberían pasar: “Si hacía algo mal me daban café con sal y lo tenía que tomar todo”.
Otra de las experiencias que jamás pudo olvidar fue también allí, cuando era muy chica y todavía se orinaba en la cama cuando se iba a dormir: “Nos ponían el colchón en la cabeza para que se seque, parada” recuerda. También menciona sin miedo, algo que le toco ver muy de cerca y hoy por hoy no se olvida: 
"Las que no tenían a nadie, se ponían en un patio grande en fila. Las ricachas de la sociedad venían y se las llevaban de sirvientas, las elegían"
Pero no todo fue tristeza. También había alegría, momentos que aun recuerda con una sonrisa esplendida y, mientras fue pequeña, esa felicidad tenía solamente un nombre: Domingo, “Mingo le decían”, el mayor de sus hermanos, quien le llevaba 15 años y siempre ocupó el rol del padre. 
“El único que venía siempre a verme era Mingo, yo lo quería mucho y pensaba que era mi papá. Siempre venia y me traía de todo”.

 El tiempo parecía no jugar a su favor y contando los días con los dedos de la mano, esa jovencita soñaba con que empiecen los meses porque las visitas dentro del Instituto eran el primer domingo de cada mes, “Yo a los meses que tenían cinco domingos, les tenia rabia” recuerda hoy con una voz burlona Catalina.
“Yo salí un 28 de diciembre de 1942 del colegio y vine a Quilmes a lo de una tía, Rosa (hermana de su papá) que tenía una frutería y verdulería”, fue en ese lugar y con 12 años, donde trabajó por primera vez y recuerda “meter la mula” por poner menos peso en la balanza de las verduras. Pero no solo fue trabajo lo que encontró en Quilmes, también allí intercambió las primeras miradas con José Roberto Tomasino, quien terminaría siendo el amor de su vida.
Pero la historia de amor no comienza aquí, sino mucho antes: fue cuando Catalina iba a ingresar a Casa Cuna con tan solo seis meses, en ese momento la familia de su futuro marido en especial la madre quiso adoptarla, pero no lo consiguió.“Ella quería una mujer, tuvo tres hijos varones e intentó adoptarme, pero no se pudo”. Un tiempo no muy largo pasa durante el suspiro de la anciana y una fugaz sonrisa acompañada de una frase amorosa, corta todos los males que se cruzaron por su mente: 
“Mira lo que son las vueltas de la vida. Han hecho lo indecible para que no nos juntemos, pero nos juntamos”.
¿Siempre el tiempo separa? Muchas veces une: “Mira cuanto tiempo… (Se toma un momento, piensa y recuerda todo lo acontecido en aquella historia perfecta) lo conocí a los 12 y me case a los 27”. Si bien tuvo que esperar mucho tiempo y paso por distintas situaciones, ella murmuró que el día más feliz de su vida fue precisamente cuando se unió en matrimonio con José Roberto y cuando viajó a Córdoba en su luna de miel.“Todo lo que no tuve, lo encontré en él”, “un marido excelente” y mas son los sentimientos que florecen de la voz de Catalina al recordar a su marido difunto. Pero hubo una frase que estuvo cerca de hacerle caer la primera lágrima de sus ojos “42 años estuve casada… y me parecieron pocos, ahora la gente se separa muy rápido”. La sonrisa más grande de la tarde del lluvioso miércoles aparece en el rostro de la anciana mientras suspira: 
Cuando ya estaba muerto, un amigo de la infancia de él me dijo que José Luis le había dicho que si no se casaba conmigo, no se casaba
Con todo lo contado anteriormente, con sus momentos negativos y su lado más feliz, hay dos cosas que Catalina no se da el gusto ni siquiera de dudar: “Es una persona con suerte y nunca, nunca cambiaría nada de lo vivido”.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Lautaro Rodriguez y sus tatuajes como historia de vida.



Lautaro Rodriguez tiene 18 años y hace más de dos que es tatuador. "Empecé en esto por el simple hecho de que amaba dibujar, después quise superarme y dejar una marca en la persona, eso es el tatuaje" mencionó. El joven oriundo de Quilmes considera que es precisamente el aspecto permanente que requiere este arte, obliga al profesional a ser mas cauteloso:

"El tatuaje es como la vida misma, no hay lugar para el error." 



Hoy, no solo dibuja a las personas sino que también se nutre de conocimientos de la profesión. 
"Para hablar de tatuajes, hay que conocer su historia
Si no se sabe de donde viene, difícilmente se sabrá hacia donde va el mercado" comenta el chico que se siente libre "solo cuando hace arte".



En su corta edad ya tiene mas de treinta trabajos realizados sobre la piel, pero no se olvida de sus inicios en este terreno y agradece constantemente a su amigo Juan Ledesma, quien le enseñó todo. Cuenta que los tatuajes dependen mucho de la persona, por lo que el carácter subjetivo es total y bajo risas recuerda el mas extravagante que hizo:

"Una mujer me pidió que le haga un tatto en la cintura de ella misma fumando y un duende mirándola de lejos." 




Si tenes ganas de experimentar el arte en tu piel, no dudes en consultarle. El modo de contactarte es mediante facebook en su cuenta oficial: Lautaro Rodriguez 

miércoles, 14 de octubre de 2015

Vida e historias, sueños despiertos y no tanto.



No hay una única manera de comenzar, mucho menos una forma de terminar. Sin saber el camino a seguir, sin tener una idea clara, solo prefiero caminar y encontrar mi lugar, el que siempre creí haber encontrado, pero que hace tiempo preferí no seguir por sus rutas. No hay mejor forma de soñar que despierto, no hay mejor manera de hacer que imaginando y allí me sumergiré, en mis sueños mas profundos en estado consciente, en historias de vida y al fin y al cabo en vidas, que sueñan con ser historia.

No hay una única manera de comenzar, pero un cuerpo sin sueños, es un envase vació y la gente se anima a soñar y a ser, todo acá te lo contamos.

¿Que es una historia de vida? Lo recuerdos del pasado, los objetivos del presente y los sueños del futuro, los errores que nunca nos arrepentimos y las virtudes que vemos como defectos.