martes, 5 de septiembre de 2017

Walter nació para amar a Diego, Mara y Dona también


Decir que la historia de Walter es única es una falacia tan grande como decir que es él el accionista mayoritario de la fortuna que significa conocer los milagros de, como dijo Eduardo Galeano alguna vez, “el Dios más humano de todos los dioses”. Walter es Walter Rotundo. Y lo que lo une a la mayoría de los mortales argentos es el amor por su bandera representado en Diego Armando Maradona. Lo que lo diferencia de los demás es el camino que tomó para homenajear al 10: haber llamado a sus hijas mellizas Mara y Dona.
Sí, el tipo fue padre de dos hijas a la vez y llamó a una Mara y a la otra Dona, llevando de esta manera su amor por Pelusa al seno mismo de su familia y de su hogar.
La “Religión Maradoniana” no tiene la misma génesis en cada uno de sus fieles. Están quienes lo vieron jugar en Argentinos Juniors y sellaron su amor por Diego allá por fines de los ’70. Hay otros que recién lo aceptaron cuando se puso la camiseta de Boca a principios de los ’80. Ni hablar de los hinchas de Barcelona o, más aun, del Nápoli, quienes todavía inflan el pecho y nombran a Maradona como propio. Aunque indudablemente fue la tarde del 22 de junio de 1986, en el Estadio Azteca, la que dio origen en nuestras tierras a la Religión Maradoniana propiamente dicha: gol con la mano y un desparramo histórico ante los ingleses transformaron a Diego Armando Maradona en Prócer, o en Dios.
Pero la historia de Walter va un poco más allá (o más acá) en el tiempo. Él nació en 1982 por lo que no tiene recuerdos estables de 1986. Sí del ’90 y del ’94, años en los que el final del cuento no fue con sonrisas, sino más bien todo lo contrario: “Cuando vi llorar a Diego en la final del Mundial 90, algo se instaló para siempre en mi alma y en mi corazón. Yo tenía 8 años y pensaba que él lloraba solamente por haber perdido un partido. Para mí eso era suficiente, porque yo también lloraba cuando perdía, y nunca se lo había visto hacer a un jugador, y mucho menos en un Mundial, con mi camiseta puesta. Después vino el Mundial ’94, yo era un poco más grande y empecé a entender que aquellas lágrimas en Italia escondían mucho más que una derrota deportiva: este tipo se le había plantado al Poder y se lo estaban haciendo pagar. Por eso, si me preguntás por qué soy maradoniano es por la final del ’90. Si me preguntás desde cuando lo soy, desde 1994. Luego supe lo de los goles a Inglaterra, el campeonato ganado en México y todo el quilombo que significó Maradona para la FIFA. Puros argumentos positivos para la decisión que había tomado: amar a Diego por el resto de mi vida”.
Claro que ninguna de estas líneas hoy estaría escribiéndose si este porteño, nacido en Floresta e hincha de Arsenal de Sarandí, no le hubiera rendido a Maradona este particular homenaje: “La historia de los nombres de las nenas tiene su origen cuando yo era muy chico. Escuché por ahí que una persona que había trabajado en Nápoles con Diego, había tenido dos hijas y las había llamado Mara y Dona. Te hablo del año 90 ó 91. ¿Viste cuando te dicen ‘nunca te olvidás de andar en bicicleta’? Bueno, yo nunca me olvidé de esos nombres. Y con el correr de los años adopté esa idea como el homenaje que necesitaba hacerle al Diego. Tener dos hijas y llamarlas Mara y Dona”.
Walter conoció a Stella Maris en el año 2001 y antes de proponerle cualquier acto romántico le aclaró: “Nosotros algún día vamos a tener dos hijas. La primera se va a llamar Mara y la segunda Dona. Ella me dijo que sí, aunque me preguntó cómo estaba tan seguro de que íbamos a tener dos hijas mujeres. Después de casi 10 años de relación, con algún impasse en el medio, Stellita quedó embarazada. Fue a fines del año 2010, imaginate que no estaba terminando de la mejor manera después de la eliminación en Sudáfrica y el alejamiento casi definitivo de Diego de la Selección. La noticia de mi próxima paternidad le dio un giro de 180 grados a ese fin de año. En febrero del 2011 nos enteramos que había dos bebés en el vientre de mi mujer. Y en abril, yendo a la ecografía en la que nos enteraríamos el sexo, fue Stellita quien me miró y me dijo ‘Si son dos nenas, son Mara y Dona’. Ya estaba todo dicho”.
El sueño de Walter de ser papá ya estaba en marcha. Y conjuntamente su más sentido homenaje a Diego Armando Maradona, quien no tardó demasiado en enterarse de lo que se venía. Fue durante la “celebración” de los 25 años de los goles a los ingleses, en junio del 2011 y con las mellizas aun sin nacer, que en el programa radial “Perros de la Calle” le hacen una nota al 10 y le comentan que Mara y Dona estaban en camino: “Yo estaba laburando. Una semana antes, mi hermana había llamado al programa de Andy Kusnetzoff para contar que se venían sus sobrinas, por lo que mi caso empezó a tener trascendencia, pero nunca imaginé escuchar a Diego dedicándome su agradecimiento por lo que se venía. Me puse a llorar como un nene. Creo que cuando alguien hace un homenaje, lo que más desea es que el homenajeado se entere. Nunca pensé que sería tan rápido. Inesperado”.

Lejos de abalanzarse sobre su ídolo, Walter optó por mantener su postura de dejarlo en paz y quedarse con aquellas palabras de Maradona enterándose de Mara y Dona. Recibió unas camisetas del Al-Wasl firmadas por el 10, cuando éste dirigía al equipo árabe, y se generó un vínculo con Dalma, la hija mayor de Diego: “Dalma es actriz y debutó en teatro con un unipersonal titulado ‘Hija de D10S’, en el que contaba todo lo que significaba ser la hija del más grande. Y en uno de los pasajes de la obra, las nombraba a mis hijas, con fotos y todo. Fui a verla el día del estreno, nos saludamos y desde ahí quedamos en contacto. Aunque fue este año, luego de una aparición de las nenas en TV (en el programa “Las Puertas” de Guido Kazcka) que Dalma se comprometió a presentarme al papá y poder darle ese abrazo que tantos de nosotros le debemos. Sinceramente no tengo apuro por ese encuentro. Quiero que se dé cuando Diego quiera y disponga. Mientras tanto soy feliz viéndolo dirigir a 13.000 kilómetros de distancia, lejos de la mala leche y las comparaciones odiosas”.
Este año las hermanas Mara y Dona fueron bautizadas en la Iglesia Maradoniana, en la ciudad de Rosario. Porque claro, la Religión Maradoniana como todas las demás tiene, aunque itinerante, su templo: “La Iglesia surge a fines de los ’90, un 30 de octubre, cuando tres amigos rosarinos se cruzan y uno les dice a los otros dos ‘Feliz navidad’. Hernán (Amez), Alejandro (Verón) y Héctor (Campomar) arrancaron con esta linda locura. La Iglesia tie
ne sus Mandamientos, su ‘Diego Nuestro’ y, aparte de su Navidad el 30 de octubre, también sus Pascuas cada 22 de junio”.
Walter Rotundo, argentino y Maradoniano. Padre de las mellizas Mara y Dona, quienes reconocen en Diego a un ídolo, aunque todavía no entiendan bien por qué. “Ellas tiene sus segundos nombres, Delfina e Isabella, por lo que podrán elegir ser llamadas así si lo desean, aunque no lo creo. Están muy contentas con sus nombres y, si bien a veces recibo algunas críticas de mal gusto, a las nenas sólo le llegan muestras de amor y buena onda por sus nombres. Algún día les voy a explicar por qué elegí apoyar en ellas mi amor por Diego, y se sentirán orgullosas de mi elección”.

1 comentario:

  1. Fenomenoooooooo Walter querido y las mellis un amor. Aguante el diego .

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